Arte y protesta
«La primera disaster movie en el mundo del arte callejero».
La duda que asalta a todos es si el «artista» es en realidad una segunda marca del ya bastante comercial Banksy. La venta y distribución en masa de obra gráfica y original, a unos precios más o menos asequibles, que se agotaba en minutos, dejó entrever que este tipo tenía muchos más contactos que cualquier otro artista novel. El tema de la doble identidad siempre ha estado vinculado al mundo street-art. Influidos por los cómics de superhéroes de su infancia, muchos artistas ocultan su verdadera identidad o juegan con la ambigüedad, convirtiéndose a sí mismos en personajes imaginarios.
Al margen del quién es quién en este juego de identidades, lo que está claro es que Mr. Brainwash revolucionó a coleccionistas de medio mundo. Sus obras, cada vez, marcaban un precio de salida más alto.

Mr. Brainwash
Mientras Banksy ha llegado a la cima peldaño a peldaño, discretamente, innovando y utilizando sabiamente el factor sorpresa, eligiendo cuidadosamente cuándo y dónde realizar sus intervenciones, cada vez más caras de ver. Guetta ha subido velozmente como la espuma, con un acceso total a su persona, proclama sus obras a los cuatro vientos, produciendo nuevas piezas cada mes y varias exposiciones anuales en importantes galerías o festivales de arte.
Mr. Brainwash representa todo lo que está mal en el arte. Destruye las ideas básicas del arte urbano, convirtiéndose en un producto de moda, fabricado en serie y vendido a precios de pieza única e irrepetible por variaciones mínimas y estúpidas, de ahí el excelente título del documental.

Banksy
Odiado por unos e idealizado por otros, ha conseguido llamar la atención de las más importantes galerías de arte y sus creaciones han alcanzado precios de miles de libras.
Acusado de vendido – por otros artistas y activistas de organizaciones benéficas para las que ha trabajado cobrando, como Greenpeace – Banksy sigue dejando su huella por cada ciudad que pisa.
Sus stencils – técnica artística de estarcido con plantilla, de carácter efímero- han sido saboteados, protegidos por cristales, incluidos en rutas turísticas -como en Londres– e incluso arrancados de muros para su venta. Están marcados por un intento de distorsión de los mensajes habituales en los grandes medios de comunicación, utilizando la ironía y la retórica visual, con figuras que se burlan de la política o la moral.
«El street-art no es como otros movimientos artísticos, no recibe subvenciones, ni está patrocinado por ricos. Por eso sería una vergüenza que acabara como cualquier otro arte: atrapado en las vitrinas de un museo o en las paredes de las casas de los que nunca tendrán problemas de dinero».
Banksy
– Incursiones con sus obras en museos tan importantes come el British, el Moma o el Tate Modern.
– Performance en una atracción de Disney, criticando los malos tratos de los presos en la base de Guantánamo.
– Intervenciones en el lado palestino del muro que divide la franja de Gaza. El artista declaró que, mientras pintaba, un señor se le acercó y le dijo «Haces lucir bella la pared», al darle las gracias el hombre le contestó «No queremos que sea bonito. Odiamos este muro. Vete a casa».
Banksy

Banksy
Bart escribe en la pizarra:
«No debo escribir en las paredes»
Banksy

El parque de la tristeza, en oposición directa a su homólogo Disneyland, ha disfrutado de un lleno completo, durante las cinco semanas que ha durado la performance. Lo que se traduce en 150.000 visitas y casi 27 millones de euros ingresos en la pequeña localidad de Weston-super-Mare.
Banksy
«¿Y si las guerras actuales llegaran a occidente? Busquemos el inodoro, ¡por favor!».

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